Por el Dr. GARCIA DEL REAL - 1943
En el tránsito de la Edad Antigua a
la Edad Media corrió la Humanidad el grave riesgo de que
desapareciera por completo la civilización clásica.
Quedaron para salvarla los siguientes
factores :
La laboriosidad infatigable de los
frailes, especialmente de los benedictinos, que, consagrados al
estudio, salvaron de la ruina y de la desaparición numerosas obras.
El Imperio bizantino, que conserva aquella cultura durante toda la
Edad Media, entregándola a la Europa Occidental en 1453, al ser
conquistada Constantinopla por los turcos. La escuela de Salerno, en
el sur de Italia, tan interesante desde tantos puntos de vista. Y
finalmente, y mucho más importante que todoslos anteriores, la civilización árabe,
especialmente la española. Es ésta el único ejemplo que se ha dado
en la historia del mundo de un pueblo que sale rápidamente de la
barbarie, extiende su dominio por la fuerza de las armas y al propio
tiempo experimenta un ansia de saber y de cultura que le hace crear,
después de un rapidísimo período de preparación, una civilización
que no está superada más que por la griega, siendo, desde todos los
puntos de vista, muy superior a la del Imperio romano del siglo II y a todas las
restantes de la Historia.
En España este impulso cultural es
transportado desde Oriente por el Omeya Abderrahmen, que logra
salvarse del ataque de los Abasidas y planta en Córdoba la bandera
dé la independencía, fundando la dinastia de los Omeyas españoles
(755-1031), a la que tenemos que agradecer su extraordinaria
17
labor en favor del bienestar material y
del desenvolvimiento científico y artístico, espacialmente con
Abderrahmen III (912-961) y con Alhaquen II (961-976).
En esta verdadera Edad de Qro de
nuestra historia es Córdoba, la Bagdad de Occidente, el único
centro civilizado de la Europa de aquellos tiempos. Son señales de
ello los grandes progresos de la agricultura (introducción de
plantas útiles y de adorno desde Asia y Africa, fomento de la
jardinerla, perfeccionamiento del regadío), el fomento de la
ganadería, el impulso del comercio (construcción de carreteras y
puentes), de la industria (tejidos, bordados, encajes, cueros
repujados, cristalería, alfareria, hierros forjados, etc.); mejoras
en todos los órdenes de la vida (cristales en las ventanas,
persianas, alumbrado de las poblaciones, ropa blanca interior
lavable, baños privados y públicos).
Desde el palacio de Knosos, en Creta,
no se encuentran inteligentes artificios de llevada y salida de aguas
hasta la Alhambra de Granada.
En los siglos VIII y IX la España
árabe permanece aún en completa dependencia del Califato Oriental y
de la ciencia del mismo, no comenzando su labor propia hasta el siglo
x.
Abderrahmen III que eleva el Califato
español a la cúspide de su grandeza (guerras afortunadas, embajada
del Emperador bizantino Romanos, participación en la regencia de
Constantino Porfirogeneta. Entre los regalos hechos por aquella
embajada figuraba un ejemplar de las obras de Dioscórides. A
petición del Califa, vino desde Bizancio el monje Nicolás para
dirigir la traducción de las mismas. Embajada del Emperador alemán
Otón I, en la que figura la monja Rozvita, que dice de Córdoba es
la perla del mundo), desenvolviendo durante su largo gobierno el
bienéstar de su reino ; atrae a él a los sabios, médicos, poetas y
artistas de su tiempo, completando esta obra su sucesor Alhaquen II
(961-976), que se distingue especialmente por la protección prestada
a las
ciencias y a las artes. Enriquece la
famosa biblioteca de Cór-
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dobá con numerosas obras, en las que
gasta considerables sumas. Crea una especie de Academia, cuyos
miembros debían estudiar especialmente problemas de histaria,
historia de laliteratura y de las ciencias naturales,
y en cuyás discusiones tomaba frecuentemente parte el propio Califa,
y gran número de escuelas populares; en la capital sólo, 27, <Nunca
había sido tan altamente apreciada la cultura».
Tan elevada civilización no podía
desaparecer repentinamente ; en el período llamado de los reinos de
taifas (1016-1056) continúa brillando, aunque en progresiva
decadencia, para su cumbir bajo la fanática ortodoxia de los
africanos almoravides y almohades ( 1056-1122).
Todavia en el siglo XII tenía la
España árabe 70 bibliotecas públicas y 17 establecimientos
superiores de enseñanza, no so1o en Córdoba, sino también en
Almeria, Murcia, Málaga,Granada, Valencia, etc.
Desempeñan un papel muy importante en
la vida espiritual de este período los judíos, que representan en
España la función de sirios y persas en el Califato de Oriente.
Llegaron muchos de ellos a ocupar cargos de gran
importancia, como visires y embajadores. Su disposícíón para los
idiomas les hizo adaptarse a Ia función, tan importante entonces, de
traductores. Puede, a modo de ejemplo, citarse a Abu Yusuf Chisdái
ibn Schapruts, que con Abderrahmen III y Alhaquen II fué Ministro de
Hacienda, prestando además muy buenos servicios, como la tradúcción
bajo la dirección del monje Nicolás, ya citado, de las obras de
Dioscórides. Figuran en primera Iinea entre los sabios, médicos,
filósofos y poetas (Ibn Gabirot, Jehuda Ha-Levi, Avenzoar,
Maimónides, etc.).
Después del siglo XII la decadencia
se acentúa, y en el XIII es decisivá la ruina: destrucción del
Califato Oríental por los mongoles; conquista de Córdoba por San
Fernando, en 1236
El florecimiento de la cultura árabe
en intensidad, extensión, profundidad y variedad, es enorme, No
queda ningún campo importante vacío de ella. Después de un período
extra-
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ordinariamente breve, en que se
asimilan todo cuanto el mundo anterior había podido producir, llegan
el arte y la Ciencia, la técnica y la industria, a un desarrollo
cuya extensión y grandeza apenas podemos concebir sin el auxilio de
la fantasía.
El lenguaje de los pueblos europeos
contiene multitud de palabras que expresan su origen árabe ; entre
ellas figuran numerosas designaciones de Astronomía, Matemáticas,
Química, Farmacia, Náutica, Derecho, etc., así como muchos nombres
de objetos comunes y corrientes, tejidos, prendas de vestir, etc.
Así, dice muy bien un erudito escritor (1) : <Que desde el zaguán
de una casa a la azotea de la misma, toda su albañilería y
utensilios recuerdan la influencia de los árabes :
el aljibe, en el patio ; la alberca, en
el huerto ; las tapias, tabiques, alacenas, tarimas, rincones,
alcobas, ajimeces, azulejos, alcayatas, aldabas, ete. ; los
utensilios de cocina : jarras; cazuelas, almireces, candiles, bateas
y tazas; los de cama: almohada, sábana y jergón; los de sala : sofá
y alfombra; los, nombres de objetos de vestido : tacón, zapato,
zaragüelles, zamarra, jubón, chupa, capa, toca, canana., alamares,
cenefas, jareta, ribete, alforza, abalorios y alfileres; los de
guisos y dulces: albondiga, almíbar, arrope y
alfeñique; los de frutas de la tierra: sandías, limones,
naranjas, alcachofas, albaricoques, albérchigos, bellotas, azafrán
y aceite; los de fiores: albahaca, alhelis, azucena, etc.; los de
medida de capacidad y peso: azumbre, arroba, quintal, quilate,
fanega, cahiz y celemín; los de equitación y arrieria: acicate,
jaez, albarda y recua; de guerra: algarada, zaga y alférez ; de
administracion : alcaide, alguacil, aduana y mesta ; y, finalmente,
entre otras muchas, las de establecimientos, como tahona, alhóndiga,
fonda, alrmacén y alfarería, son palabras de una sociedad que se
desvía del patrón de los pueblos neorromanos.
Entre las bellas artes descuella-ya
que la representación
(1)
Citado por J. Cabello en La provincia
de Segovia, 1920, pág. 97.
20
humaná por la pintura o la escultura
no estaba permitida la arquitectura : arco ojival y arco de
herradura, profusión del estuoo, preferencia por los colores y los
ornamentos (arabescos).
La poesía destaca entre todas las
artes : Abderrahmen I y muchós médicos célebres han sido poetas notables. Unas veces es poesía alegre y anacreóntica: cánticos
al amor, al vino, etc. ; otras tiene un carácter filosófico y
pesimista. Al decaer el Imperio árabe se transforma en juegos
artificiosos y retorcidos de un lenguaje recargado.
En ciencia destacan los estudios
matemáticos, astronómicos, geográficos, mecánicos, ópticos,
químicos y mineralógicos. La ciencia está en gran parte inspirada
en la escuela de Aléjandríá, a la que sigue no
servilmente, sino con una gran labor original y propia.
Numerosos experimentos y observaciones propias determinan un enriquecimiento extraordinario del material cient(fico, 'que puede ser utilizado gracias a análisis muy exactos y a muy hábiles clasificaciones. Las aplicaciones prácticas de los estudiós científicos se logran fácilmente, merced a una técnica muy perfeccionada.
Numerosos experimentos y observaciones propias determinan un enriquecimiento extraordinario del material cient(fico, 'que puede ser utilizado gracias a análisis muy exactos y a muy hábiles clasificaciones. Las aplicaciones prácticas de los estudiós científicos se logran fácilmente, merced a una técnica muy perfeccionada.
Comienzan los árabes sus estudios,
especialmente, traduciendo las obras clásicas : primero, del sirio;
aí que habían sidó anteriormente traducidas ; después,
directamente del griego. Algunos Califas, especialmente en España,
crearon comisiónes traductoras, de cuya presidencia estaba casi
siempre encargado un médico.
Es difícil lograr un juicio imparcial
y exacto de la importancia a que llega la Medicina árabe, pues son
todavía muy reducidas en número las obras en que podemos fundarlo.
La mayor parte de las obras árabes permanecen aún en estado de manuscritos casi todos ellos en árabe, y las pocas que nos son conocidas por estar traducidas e impresas no pueden ser utilizadas sin reservas, porque, prescindiendo de lo incompleto de la traducción, llena de lagunas, la ignorancia de los traductores, en general, la ha corrompido en la forma y en el
La mayor parte de las obras árabes permanecen aún en estado de manuscritos casi todos ellos en árabe, y las pocas que nos son conocidas por estar traducidas e impresas no pueden ser utilizadas sin reservas, porque, prescindiendo de lo incompleto de la traducción, llena de lagunas, la ignorancia de los traductores, en general, la ha corrompido en la forma y en el
21
fondo, siendo, como dice Casiri, más
bien perversiones que versiones.
A pesar de todo ello, es tan
importante lo que las obras traducidas ofrecen en su conjunto, que no
es imposible deducir de su lectura el espíritu de la Medicina árabe
y la posición que ocupa, históricamente, en relación con la cultura
clásica.
El asombroso desenvolvimiento de la
vida mental de los árabes, que avanza al compás de sus éxitos políticos, va acompañado en los primeros tiempos de esfuerzos para
traducir y asimilar rápidamente toda la ciencia griega, a la que da
bien pronto una forma especial, adaptable al espíritu y a las necesidades prácticas del pueblo árabe.
Fue esto difícil para los médicos
que tenían que moverse dentro de los estrechos límites de su dogma
religioso. Las prescripciones del Corán respecto de los cadáveres
hacían imposible toda investigación anatómica y fisiológica,
teniendo que resignarse en este campo al estudio de la Anatomía y de
la Fisiología de Galeno.
El secreto mantenido en todo lo
relacionado con la vida seaual, sobre todo en la mujer, suprimían
toda investigación y actividad médica en un campo tan vasto y tan
importante como la Obstetricia y la Ginecologfa, y afectaban también
al estudio de las afecciones de los órganos sexuales masculinos.
Toda la Medicina árabe se encuentra
influida por el espíritu de la dialéctica peripatética, que
ajustaba perfectamente al carácter mental de pueblos orientales, y
que Galeno había adaptado a la Medicina griega, haciendo
retroceder la investigación directa de la Naturaleza ante las
construcciones mentales aprioristicas y estancando de este modo el
avance de la Medicina.
Del mismo modo que el progreso de la
Medicina clásica, después de Galeno, sólo fué posible al aparecer
un gran material cientffico, que trae consigo una modificación
esencial en los métodos de estudio del mismo,
la Medicina árabe, que se mueve por completo dentro de las normas
galénicas, supo-
22
en progreso en cuanto amplia
considerablemente la base de
observaciones y de conocimiento
médicos.
Es indiscutible que somos deudores a
los árabes del beneficio de haber enriquecido extraordinariamente el
tesoro terapéutico con valiosos remedios, fundando la profesión
farmacéutica, creando la farmacopea y
desenvolviendo la creación de grandes hospitales, utilizables
para la enseñanza, y en la que se cultiva brillantemente la
Medicina, sobre todo en las especialidades oftálmica y de
enfermedades mentales.
El número de médicos árabes autores
de obras científicas es extraordinario,. Wüstenfeld lo calcula
en más de trescientos; Leclerc lo eleva a cuatrocientos. De la mayor
parte no se conoce más que el nombre del autor y el titulo de las
obras, que existen solo como manuscritos o que se han perdido y no se
conserva más que la cita que de ellas hacen los restantes
escritores.
En el siguiente estudio biográfico
sólo mencionaremos aquellos médicos que por su labor han logrado
una posición destacada en la Medicina en general, no exclusivamente.
en la árabe, y cuyas obras han llegado a ser universalmente
conocidas..
Es tan extraordinario el valor de la
ciencia árabe, que en el. siglo stt, y sólo por ser el centro de
traducción de esta ciencia, Toledo, reconquistado en 1085, se
convierte en el centro eultural de la Europa de Occidente. La
escuela, conocida con el nombre de «los traductores de Toledo»,
traslada de Oriente a Occidente la ciencia clásica de los árabes,
vertiendo hasta noventa textos médicos; lo habían hecho en sentido
inverso.
es decir, del griego y el latín al
árabe, los enviados de Bagdad, Mesué, Johannitus y otros.
Estas traducciones nutren el
pensamiento europeo por espacio de tres siglos.
Las mejores obras de la escuela de
Salerno y las de la ciencia francesa no son más que traslaciones y
comentarios de estas traducciones totedanas. Por lo que a España
hace referen-
23
cia, basta decir que en la segunda
mitad del siglo XVIII aún eran libros de texto los Cánones de
Avicena y de Mesué y se estudiaban en uno o dos años de la carrera
médica.
I. Abulcasim jalaf ben Abbás e1
Zahrani-Abulcasis o Abulcasim (936-1013),-Pertenece al grupo de los
grandes médicos bienhechores de la Humanidad y es indiscutiblemente
la mayor autoridad quirúrgica de la Medicina árabe. Nació en
Zahara (Cordoba), la residencia del Califa Abderrahmen III, faltando
datos seguros acerca de la fecha de su namiento y de su muerte, así
como del sitio de su residencia habitual. Se admite en general que
viviá én la oarte de aquel Califa, y como Abderrahmen, murió en
961, la vida de Abul casim debió deslizarse entre los dos últimos
tercios del sigloX y el primero del XI, lo que coincide con los datos
de algunos cronistas árabes, que afirman que vivia el año 460 de la
hegira y que murió el 404 - es decir, el 1013 de la Era cristiana -
Si se admitiera, con León el Africano, que Albucasis vivió cien
años, debió de nacer en el 912.
Conocedor de las obras de la
antigiiedad clásica, y especialmente de la literatura médica de
griegos, ramanos, judios y árabes, tuvo Albucasis dos iniciativas
que le han inmortalizado: una, la de rehabilitar la Cirugía,
reunienda metódicamente en un solo libro las nociones de este arte,
disgregadas antes de él en díversás obras, y otra, el coleccionar
alrededor de doscientas láminas que ilustran sus manuscritos, unas
originales y otras recogidas de viejos pergaminos, sobre instrumentos, operaciones y
representaciones de enfermos y de enfermedades, con lo cual su obra
viene a ser el mejor, si no el primer libro con atlas dedicado a la
Cirugia.
La idea de ilustrar el texto con
láminas se atribuye a Aristóteles, y varios líbros de Ios
comíénzos de la Era crístíana las tienen; pero ninguno en tanto
número, ni tan bien expuestas, con sus nombres y descripciones, en
cada uno de los capítulos donde tienen su aplicación adecuada.
El con junto de su obra, dividido en
treinta libros, Ileva el
24
tftulo de Altastif (en traducción
latina, concassio ei data, qui componere hand valet): Es un compendio
de Medicina práctica, traducido en el siglo xII al hebreo por Sem
Tob y al latín por Gerardo de Cremona.
Se divide en dos partes: la primera,
parte médica, tiene una traducción latina incompleta: Liber
tkeorica nec non praclicae Alsaharavii. Ang. Vind., 1519, y se basa
principalmente en los escritos de sutores árabes anteriores,
principalmente de Rhazes: Merece ser citada la. parte que trata de la
preparación de los medicamentos; los del reino mineral,
principalmente; por sublimación. Para la destilación utilizaba una
estufa especial, cuyo combustible se iba renovando de un modo automático.
La segunda parte, quirúrgica,
publicada primeramente en traducción latina, en Basilea, en 1541 ;
después, en el texto original y traduccíón latina por Channing
(Oxford, 1778), y traducida posteriormente al francés por. Leclerc
(París, 1891).
A la Cirugía está consagrado el último de los treinta libros de Albucasis, en el que expone en primer término la Anatomía, aunque no sea ésta más que la primitiva y errónea de aquellos tiempos.
A la Cirugía está consagrado el último de los treinta libros de Albucasis, en el que expone en primer término la Anatomía, aunque no sea ésta más que la primitiva y errónea de aquellos tiempos.
Según los eruditos modernos
-Escribano-, la obra de Albucasis es, en lo quirúrgíco y en gran
parte, copia del sexto libro de Pablo de Egina, a quien, sin embargo,
no cita el cordobés, siguiendo en esto la costumbre de los
enciclopedistas árabes. Roger de Parma y Guillermo de Saliceto-siglo
XIII -pagaron a Albucasis en la misma moneda, silenciando su nombre a
pesar de copiarle repetidas veces.
Por la traducción al francés que
hizo Leclerc, en 1861, coriocemos el texto y 150 láminas, a.a vez
que una crítica seria y apenas mejorada posteriormente del autor y
de su obra.
Fué Albucasis, según se desprende del
estudio de sus obras, un espíritu profundamente religioso, un
partidario del método de la observación directa y un cirujano parco
en operar y más inclinado al cauterio que al bisturí.
25
Como creyente convencido, repite
varias veces la frase :
Yo cuido a los enfermos ;. pero
realmente es Dios quien los cura >, que cinco siglos más tarde
adquirirá resonancia, pasando por original y simbólica, repetida en
francés por Ambrosio Paré y esculpida en su estatua con las
palabras : «Je le pensay et Dieu la guarist, cuya invención, como
dice Escribano, es probable que tampoco pertenezca al cirujano de Córdoba, sino a literaturas mucho más antiguas, pero
cuyo profundo y laudable sentido comparten gran número de sabios
médicos de todos los tiempos.
Como observador sagaz, concede
Albucasis gran predominio al método de observación y de experiencia
al estilo de Hipócrates, frente a las supercherías de los
charlatanes y la astrología de los ilustrados, asegurando que todo
lo escrito en sus libros lo habia visto con sus propios ojos y
practicado con sus manos.
El libro consagrado a la Cirugía
aparece dividido en tres partes. En la primera estudia todo lo
relativo a los cauterios: sta formas, materiales empleados en su
construcción y tratornos patológicos, muy numerosos, en que deben
ser aplicados. Encuentra igualmente aplicación el cauterio. en la
hemostasia, especialmente en la hemorragia arterial. Para combatir
ésta recurre, sin embargo, a otros métodos, como, por ejemplo, la
división completa de la arteria sangrante, la ligadura doble con
doble hebra de la arteria sacada al exterior con un gancho, etc.
Aunque en la segunda parte sigue, en
la exposición y en el orden de la misma, a Pablo de Egina, se
encuentran también gran número de observaciones propias y de
métodos originales, que, prescindieñdo de las láminas
explicativas, dan gran valor a la obra. No podemos detenernos en la
exposición del contenido de la obra, que comprende el estudio de las
suturas, la talla, la litotricia y la circuncisión. Dice, respecto
de la traqueotomía, no conocer a nadie que haya realizado esta
operación. En las resecciones, además de algún caso muy intere.
26
sante, describe: diférentes clases de
sierras y olros instrumentos. La indicación de la amputación es la
gangrena, que puede depender de diversas causas. Es admisible la
amputación hasta por encima del codo o de la rodilla; si ta gangrena
avanza más arriba, la muerte es inevitable. Describe la técnica de
la amputación; la hémorragia se cohibe con el termo o con los,
cáusticos; no se citan las ligaduras. En el último cap(tulo se
describe la flebotomía y las ventosas.
La tercera parte del libro 30
comprende el estudio de las fracturas y de las luxaciones,
describiendo muy detalladamente el tratamiento de las mismas.
Termina la obra exponiendo los métodos
más adecuados en aquclla época para tratar los partos difíciles y
complicados y las diferentes operaciones de Oftalmología,
Odontología y Otología.
De que es injusta la censura lanzada
contra Albucasis de ser cirujano tímido da buena prueba, entre
otras, la sutura intestinal que improvisó en un soldado herido y la
extirpación de un tumor del maxilar superior profundamente adherido,
empleando, uno tras otro, el bisturí, el escoplo y el martillo y,
finalmente, el hierro candente.
La fama de Albucasis trascendio a toda
Europa en el siglo XII, gracias a la traducción hecha en Toledo,
siendo la base de los libros de Lanfranc (1296) y de Chauliac
(1330-1363), los grandes divulgadores de la Cirugía en Francia,
Italia y España.
En España debió ser muy leido
Albucasis, primero en la escuela de Córdoba y después, ya traducido
al latín, en los réinos cristianos, juzgando por la gran notoriedad
que alcanzó en la Edad Media y lo mucho que le citan ñuestros
clásicos, posteriormente ya, en el siglo xvr ; pero al castellano
sólo se tradujo un fragmento, en Valladolíd, por Alfonso Rodríguez
de Tudela, en 1516, y no su libro 30, de Cirugía, sino el 28, que
trata de minerales, plantas y animales.
Es dudoso que la obra que con el t(tulo
de Liber servatoris,
27
ímpreso en 1471 en Venecia y más
tarde, unido a las obras de Mesué el Joven, estudia la preparación
de los medicamentos, sea verdaderamente original de Albucasis (1).
II. Abumerán Abdelmelic Benabílola
Ben.sohr, conocido con el nombre de Avensoar y también con el de
Abumeron. Es miembro de una noble familia española que ha producido
numerosos sabios en las más variadas especialidades: jurisconsultos,
médicos, autoridades administrativas y gubernamentales, etc. y cuyo
primer representante vino a: España, procedente de Arabia, en el siglo x. Un
nieto suyo era, a su vez, abuelo del notable médico de quien vamos a
ocuparnos, y de. cuya vida se conocen pocos datos exactos. Se supone
que nació en Peñaflor (Sevilla), a fines del siglo XI ; algunos
dicen 1070 (su padre, médico también, murió en 1131), y que murió
en Sevilla en 1162.
Los datos, diferentes en algunós
historiadores, respecto de las féchas del nacimiento y de la muerte,
asl como los relativos a.las obras científicas, se explican por la
confusión de su historia cón la de su padre, Abulola Benzohr.
Respecto de la fecha del nacimiento, puede deducirse alguna
conclusión. aproximada de la del nacimiento (1113) de su hijo
Abubequer Mojamed Benzohr.
Estudió Avenzoar la Medicina con su
padre, de quien se cita, como muestra de la independericia de su
carácter el hecho de que utilizaba para escribir las recetas los
márgenes de las hojas del Canon de Avicena, y llegó a gozar pronto
gran fama, que se extendia por toda España y el norte de Africa. Era
muy considerado por el Príncipe de Sevilla, en cuya corte ha vivido,
y fué nombrado Visir por el último de los Mulatamises. A1 ser éste
derrotado por Abd-el-Mumin, siguió
siendo Avenzoar médico del nuevo
prlncipe, que igualmente
le colmó de honores.
___________
- Véase edición española de la Historia de la Cirugía, de Harvey Graham, y Apéndice de la Cirugfa en España, por García del Real. Bárcelona, 1942
28
Su obra principal (traducida
primeramente al hebreo, en 1280, y al latin por Paravicius de Padua,
e impresa, unida al Collíget de su díscfpulo Averroes, en Venecia,
en 1480, y publicado más tarde en siete. ediciones sucesivas) lleva
el tftulo de A1 teissir-Adjumentum (scil, segiminis et medela).
Es un compendio de Medicina, que se
caracteriza, a diferencia de los restantes tratados médicos de los
árabes, por su sentido práctico; la independencia de criterio y la
multitud
de observaciones propias.
En teoría se basa en los principios
galénicos fundamentales; pero en la práctica no se deja dominar por
ellos, sino que los examina y los comprueba, declarándose muchas
veces en contra de ellos. En general, rechaza las especulaciones
teóricas, considerando como única fuente del conocimiento la
experiencia: «Experientia verae praxeos ducen esse>, explicando
él: «Et probatricem optimam.» Combate especialmente la doctrina
galénica de las cualídades elernentales y las afirmaciones
terapéuticas que en ella se basan. Es, además, uno de los pocos
médicos árabes que han trabajado también en Cirugía.
Se le atribuyen también, aunque es
posible que alguna sea original de su hijo, las obras siguiente: un
Antidotario, aparecido en algunas ediciones como apéndice del
Alteisir, y un Colligens, publicado en igual forma; un breve estudio
sobre baños, publicado en la colección veneciana Collectio de
Balneis, Venecia, 1553, y un Tractatus de morbis renum, Venecia,
1497, en el que explica el tratamiento interno de la litiasis renal,
porque el tratamiento quirúrgico lo considera vergonzoso para el
médico, haciendo constar que era realizado por los extirpadores de
piedra», formados ex profeso; un escrito. dietético; dedicado al
Califa Abd-el-Mumin v titulado
De ragimine sanitatis, Basilea, 1531, y
un pequeño tratado. De febribus, que aparece impreso en la Collect
veneta de febribus, Venecia, 1594.
Avenzoar ha observado y descrito
la sarna como enferme-
29
dad parasitaria, la demacración
causada por la úlcera del estómago, la mediastinitis, la
pericarditis, la disfagia por parálisis del esófago, los trastornos
del lenguaje, etc. Es muy interesante su opinión acerca de la
insalubridad de ias atmóseras pantanosas.
III. Abulvelid Mojamed Ibn .Roschd,
conocido con el nombre de Averroes. Nació en 1126 en Córdoba, donde
su padre ejercfa el cargo de juez. Estudió primeramente Derecho ;
después, Matemáticas y Filosofía, consagrándose, por último, al
estudio de la Medicina, bajo la dirección de Avenzoar, de cuya
familia era antiguo amigo. La mayor parte de su vida permaneció en
Sevilla, desempeñando un elevado cardo de la Magistratura. En 1195
fué llamado a Córdoba por Almansur ben Yusuf, Rey de España y de
Marruecos, quien le nombró gobernador. La alta consideración que
llegó a disfrutar-y la que le concedían los príncipes despertó la
envidia de sus enemigos, quienes, para perjudicarle, le acusaron de
librepensador e irreligioso y de faltar al respeto que debía a los
príncipes. A consecuencia de estas acusaciones fué condenado, con
otras elevadas personalidades, a muerte; pero fué indultado por el
Rey y fué confinado en el Nesaba (Córdoba) y confiscados sus
bienes. Por intercesión de algunos amigos distinguidos, que lograron
convencer al Prfncipe de que Averroes era inocente, fué dejado en
libertad, lo mismo que los otros acusados. Algunos dfas más tarde
fallecia el Principe, y Averroes fué llamado a la corte del hijo y
sucesor, a Marruecos, donde murió al cabo de algunos meses, en
diciembre de 1198. Ha dejado varios hijos, de los cuales uno, Abu
Mojamed Abdalá Ibn Roschd, ha vivido como médico en Córdoba ; los
restantes ejercían la Judicatura en diferentes puntos del Califato.
Todos los biógrafos coinciden en
ponderarle, diciendo que es un modelo de virtud, firmeza de carácter,
sabidurfa y constancia en el trabajo. Estas últimas cualidades se
demuestran por su productividad literaria, que abarca todos los
aspectos
30
de la cultura humana. Renán, en su
obra Averroes et 1'averroisme, Paris, 1$80, admite que es autor de 47
obras, de ellas 28 de Filosofta, cinco de Teología, ocho de .
Jurisprudencia, cuatro de Anatomia y dos de Gramática.
Averroes, según la autorizada opinión
de Menéndez Pelayo, es uno de los dioses mayores de nuestra
Filosofía : de un lado, Séneca, Averroes y Maimónides, y Raimundó
Lulio, Luis Vives y Suárez, del otro. La influencia filosófica de
Averroes se señala, más aún que en España, fuera de ella,
especíalmente en Padua, donde, modificada, recibe et nombre de
averrofsmo paduano.
Entre sus obras filosbficas destaca la
Destructio doctrinarum, escrito de polémica contra la Destructio
philosopharum del peripatético Algazelí.
Era Averroes un convencido partidario
de Aristóteles, al que concedía todos los honores, y ha sido el
últímo representante digno de la filosofía árabe, que pronto,
déspués de él y de Maimónides, había de desaparecer al hundirse
el Imperio árabe español.
Su labor médica reviste un carácter
predominantemente teórico, dialéctico, como claramente puede
apreciarse en la más importante de sus obras, el
Kitab-el-Kollijat.--Liber universaiis de medicina, designado como
Colliget, que es un sistema médico al modo del Canon de Avicena.
Contiene pocas observaciones propias del autor. Le conocemos en la
traducción latina, y ha sido impreso, juntamente con el Alteisir, de
Avenzoar, en Venecia, en 1482. Su Tractatus de theriaca está
impreso como apéndice de las obrás de
Aristóteles, edición de Venecia, tomo V, 1560, y el Tractatus de
febribus, en la Collect. Veneta de febribus, 1594.
IV. Abu Amran Musa Ben Maimón
(Matimónides). Sc designa también algunas veces como Rambam
(formada por las consonantes iniciales de su nombre hebreo, Rabí
Moses ben Maimón).
Nace en Córdoba en 1135. A
consecuencia del edicto corn-
31
tra los judíos de Abd-el-Mumim,
abandóna España, dirigiéndose a Fez, en 1165 ; pero, continuando
también en esta ciudad la persecucibn de los judíos, tiene que
marchar a Akka y Jerusalén y por último, a Egipto, donde se
establece en Fóftat (Cairo antiguo), dedicándose para goder vivir
al comercio de piedras preciosas y de
monedas antiguas. A pesar de la azarosa y siempre atareada vida, le
quedó tiempo bastante para producir gran número de obras notables
médicas y filosóficas ; estas últimas inspiradas en gran parte en
Aristóteles.
De sus obras médicas sólo tres están
impresas: una de dietética, Tractatus de regimine sanitatis, en
varias traducciones y ediciones; la primera, de Florencia, hacia 1480
; la última, de Lyon, 1535. Está escríta en forma de cartas al
Sultán el Malik-el-Afdahal y basada en los escritos hipocráticos.
Un tratado de Toxicología, publicado en traducción francesa por
Rabbinowicz, con el título de Traité de Qoisons de Maimonides...,
etc., París, 1867, y en traducción, incompleta, al alemán, por
Steinschneider-Virchow's Archiv. 1873, LVII, 62 . Es un escrito de
divulgación de los primeros auxilios que deben prestarse a los
intoxicados, y fué escrito por orden.. del Visir-el-Jadhil. La
tercera obra impresa comprende veinticinco libros de Aforismos, sobre
la base de publicaciones anteriores árabes y griegas, especialmente
de Galeno.
Tódavfa quedan, según Wüstenfeld,
por lo menos, otras catorce obras médicas, no impresas, de
Maimónides, y, entre ellas, la más famosa de todas que Lleva el
titulo De causis et indiciis morborum.
Mucho más famoso aún que como médico
lo es Maimónides como filósofo, siendo, como antes hemos dicho, uno
de los más notabies de la Filosofía española: Sus principales
obras, de las que no es este momento de ocuparnos, són la Michnah
Torah., el Moreh Neboquim y los Pirusin, compendio de la Michnah
Torah.
Moreh 1^'eboquim, la más famosa de
todas, es la que se ha
32.
traducido con el nombre de Guía de los
que dudan o Guía de loa extraviados.
V. Ibn el Beitar. Albeitar. Hijo de
un veterinario de Málaga, nace en esta ciudad haaia el final del
siglo XII, quizá en el año 1197, que León el Africano señala,
equivocadamente, como fecha de su muerte. Se establece en Africa,
hacia 1219 ó 1220, donde encuentra un honroso modo de vivir y desde
donde, con el fin de ampliar sus conocimientos de botánica, viaja
hacia Grecia y el Asia Menor. Más tarde, vive en Damasco, en la
Corte del Califa el-Malic-el-Camil Mojamed. Aquí le conoce y Ie acompaña en sus
excursiones botánicas el historiador árabe Oseiba. Después de la
muerte del Sultán, en 1237, vuelve a Egipto, donde es recibido con
grandes honores por el Sultán el-Malic-el-Salih Ejjab, pero regresa
de nuevo a Damasco, donde fallece repentinamente en noviembre de
1248.
Es el más notable de los botánicos
árabes. Su obra, en latín, Corpus simplicia medicamentorum et
ciborum es, no sólo un completo resumen de los numerosos remedios
llevados por los árabes a la farmacopea, sino también una
descripción de numerosas plantas de Siria y del Egipto, estudiadas
por él y desconocidas de los griegos, lo que convierte a esta obra
en una de las bases más importantes del estudio histórico de la
botánica. Las plantas aparecen expuestas por orden alfabético y a
su descripción va unida la enumeración de los preparados que de
ellas se obtienen y la exposición de las propiedades de los mismos.
Esta obra es conocida por la
traducción alemana de Southeimer, en dos tomos, Stuttgart (1840-42).
Además de ella, señala. Wústenfeld otras ocho obras médicas de
las que únicamente se conoce el título.
VI. Botánico anterior al que acabamos
de estudiar es Ibn Dscholdschol el comentador de Dioscorides, cuyo
verdadero nombre es Abu Dand Soleiman ben Hassan Ibn Dscholdschol.
Médico del Califa Hisen II (976-1013). Escribe de ma-
33
teria médica, filosofla, Historia de
la Medicina. y traducciones de Dioscorides.
VII. Abu Beker Mohamed Ibn Baddsche,
1138, conocido como Avempacé es, además de médico, uno de los más
notables filósofos y poetas árabes. Vivió en Zaragoza, SeviIla,
Granada y, por último, como Visir, en la Corte de los Almohades en
Fez. Se supone que murió envenenado por sus compañeros médicos,
envidiosos. De sus escritos médicos, lós de farmacia son los más
notables.
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