lunes, 23 de septiembre de 2013

La medicina árabe española.

 
Por el Dr. GARCIA DEL REAL - 1943


En el tránsito de la Edad Antigua a la Edad Media corrió la Humanidad el grave riesgo de que desapareciera por completo la civilización clásica.

Quedaron para salvarla los siguientes factores :
La laboriosidad infatigable de los frailes, especialmente de los benedictinos, que, consagrados al estudio, salvaron de la ruina y de la desaparición numerosas obras. El Imperio bizantino, que conserva aquella cultura durante toda la Edad Media, entregándola a la Europa Occidental en 1453, al ser conquistada Constantinopla por los turcos. La escuela de Salerno, en el sur de Italia, tan interesante desde tantos puntos de vista. Y finalmente, y mucho más importante que todoslos anteriores, la civilización árabe, especialmente la española. Es ésta el único ejemplo que se ha dado en la historia del mundo de un pueblo que sale rápidamente de la barbarie, extiende su dominio por la fuerza de las armas y al propio tiempo experimenta un ansia de saber y de cultura que le hace crear, después de un rapidísimo período de preparación, una civilización que no está superada más que por la griega, siendo, desde todos los puntos de vista, muy superior a la del Imperio romano del siglo II y a todas las restantes de la Historia.

En España este impulso cultural es transportado desde Oriente por el Omeya Abderrahmen, que logra salvarse del ataque de los Abasidas y planta en Córdoba la bandera dé la independencía, fundando la dinastia de los Omeyas españoles (755-1031), a la que tenemos que agradecer su extraordinaria
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labor en favor del bienestar material y del desenvolvimiento científico y artístico, espacialmente con Abderrahmen III (912-961) y con Alhaquen II (961-976).

En esta verdadera Edad de Qro de nuestra historia es Córdoba, la Bagdad de Occidente, el único centro civilizado de la Europa de aquellos tiempos. Son señales de ello los grandes progresos de la agricultura (introducción de plantas útiles y de adorno desde Asia y Africa, fomento de la jardinerla, perfeccionamiento del regadío), el fomento de la ganadería, el impulso del comercio (construcción de carreteras y puentes), de la industria (tejidos, bordados, encajes, cueros repujados, cristalería, alfareria, hierros forjados, etc.); mejoras en todos los órdenes de la vida (cristales en las ventanas, persianas, alumbrado de las poblaciones, ropa blanca interior lavable, baños privados y públicos).
Desde el palacio de Knosos, en Creta, no se encuentran inteligentes artificios de llevada y salida de aguas hasta la Alhambra de Granada.

En los siglos VIII y IX la España árabe permanece aún en completa dependencia del Califato Oriental y de la ciencia del mismo, no comenzando su labor propia hasta el siglo x.
Abderrahmen III que eleva el Califato español a la cúspide de su grandeza (guerras afortunadas, embajada del Emperador bizantino Romanos, participación en la regencia de Constantino Porfirogeneta. Entre los regalos hechos por aquella embajada figuraba un ejemplar de las obras de Dioscórides. A petición del Califa, vino desde Bizancio el monje Nicolás para dirigir la traducción de las mismas. Embajada del Emperador alemán Otón I, en la que figura la monja Rozvita, que dice de Córdoba es la perla del mundo), desenvolviendo durante su largo gobierno el bienéstar de su reino ; atrae a él a los sabios, médicos, poetas y artistas de su tiempo, completando esta obra su sucesor Alhaquen II (961-976), que se distingue especialmente por la protección prestada a las
ciencias y a las artes. Enriquece la famosa biblioteca de Cór-
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dobá con numerosas obras, en las que gasta considerables sumas. Crea una especie de Academia, cuyos miembros debían estudiar especialmente problemas de histaria, historia de laliteratura y de las ciencias naturales, y en cuyás discusiones tomaba frecuentemente parte el propio Califa, y gran número de escuelas populares; en la capital sólo, 27, <Nunca había sido tan altamente apreciada la cultura».
Tan elevada civilización no podía desaparecer repentinamente ; en el período llamado de los reinos de taifas (1016-1056) continúa brillando, aunque en progresiva decadencia, para su cumbir bajo la fanática ortodoxia de los africanos almoravides y almohades ( 1056-1122).
Todavia en el siglo XII tenía la España árabe 70 bibliotecas públicas y 17 establecimientos superiores de enseñanza, no so1o en Córdoba, sino también en Almeria, Murcia, Málaga,Granada, Valencia, etc.
Desempeñan un papel muy importante en la vida espiritual de este período los judíos, que representan en España la función de sirios y persas en el Califato de Oriente. Llegaron muchos de ellos a ocupar cargos de gran importancia, como visires y embajadores. Su disposícíón para los idiomas les hizo adaptarse a Ia función, tan importante entonces, de traductores. Puede, a modo de ejemplo, citarse a Abu Yusuf Chisdái ibn Schapruts, que con Abderrahmen III y Alhaquen II fué Ministro de Hacienda, prestando además muy buenos servicios, como la tradúcción bajo la dirección del monje Nicolás, ya citado, de las obras de Dioscórides. Figuran en primera Iinea entre los sabios, médicos, filósofos y poetas (Ibn Gabirot, Jehuda Ha-Levi, Avenzoar, Maimónides, etc.).

Después del siglo XII la decadencia se acentúa, y en el XIII es decisivá la ruina: destrucción del Califato Oríental por los mongoles; conquista de Córdoba por San Fernando, en 1236
El florecimiento de la cultura árabe en intensidad, extensión, profundidad y variedad, es enorme, No queda ningún campo importante vacío de ella. Después de un período extra-
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ordinariamente breve, en que se asimilan todo cuanto el mundo anterior había podido producir, llegan el arte y la Ciencia, la técnica y la industria, a un desarrollo cuya extensión y grandeza apenas podemos concebir sin el auxilio de la fantasía.
El lenguaje de los pueblos europeos contiene multitud de palabras que expresan su origen árabe ; entre ellas figuran numerosas designaciones de Astronomía, Matemáticas, Química, Farmacia, Náutica, Derecho, etc., así como muchos nombres de objetos comunes y corrientes, tejidos, prendas de vestir, etc. Así, dice muy bien un erudito escritor (1) : <Que desde el zaguán de una casa a la azotea de la misma, toda su albañilería y utensilios recuerdan la influencia de los árabes :
el aljibe, en el patio ; la alberca, en el huerto ; las tapias, tabiques, alacenas, tarimas, rincones, alcobas, ajimeces, azulejos, alcayatas, aldabas, ete. ; los utensilios de cocina : jarras; cazuelas, almireces, candiles, bateas y tazas; los de cama: almohada, sábana y jergón; los de sala : sofá y alfombra; los, nombres de objetos de vestido : tacón, zapato, zaragüelles, zamarra, jubón, chupa, capa, toca, canana., alamares, cenefas, jareta, ribete, alforza, abalorios y alfileres; los de guisos y dulces: albondiga, almíbar, arrope y alfeñique; los de frutas de la tierra: sandías, limones, naranjas, alcachofas, albaricoques, albérchigos, bellotas, azafrán y aceite; los de fiores: albahaca, alhelis, azucena, etc.; los de medida de capacidad y peso: azumbre, arroba, quintal, quilate, fanega, cahiz y celemín; los de equitación y arrieria: acicate, jaez, albarda y recua; de guerra: algarada, zaga y alférez ; de administracion : alcaide, alguacil, aduana y mesta ; y, finalmente, entre otras muchas, las de establecimientos, como tahona, alhóndiga, fonda, alrmacén y alfarería, son palabras de una sociedad que se desvía del patrón de los pueblos neorromanos.
Entre las bellas artes descuella-ya que la representación
(1)
Citado por J. Cabello en La provincia de Segovia, 1920, pág. 97.

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humaná por la pintura o la escultura no estaba permitida la arquitectura : arco ojival y arco de herradura, profusión del estuoo, preferencia por los colores y los ornamentos (arabescos).

La poesía destaca entre todas las artes : Abderrahmen I y muchós médicos célebres han sido poetas notables. Unas veces es poesía alegre y anacreóntica: cánticos al amor, al vino, etc. ; otras tiene un carácter filosófico y pesimista. Al decaer el Imperio árabe se transforma en juegos artificiosos y retorcidos de un lenguaje recargado.
En ciencia destacan los estudios matemáticos, astronómicos, geográficos, mecánicos, ópticos, químicos y mineralógicos. La ciencia está en gran parte inspirada en la escuela de Aléjandríá, a la que sigue no servilmente, sino con una gran labor original y propia.

Numerosos experimentos y observaciones propias determinan un enriquecimiento extraordinario del material cient(fico, 'que puede ser utilizado gracias a análisis muy exactos y a muy hábiles clasificaciones. Las aplicaciones prácticas de los estudiós científicos se logran fácilmente, merced a una técnica muy perfeccionada.
Comienzan los árabes sus estudios, especialmente, traduciendo las obras clásicas : primero, del sirio; aí que habían sidó anteriormente traducidas ; después, directamente del griego. Algunos Califas, especialmente en España, crearon comisiónes traductoras, de cuya presidencia estaba casi siempre encargado un médico.
Es difícil lograr un juicio imparcial y exacto de la importancia a que llega la Medicina árabe, pues son todavía muy reducidas en número las obras en que podemos fundarlo.

La mayor parte de las obras árabes permanecen aún en estado de manuscritos casi todos ellos en árabe, y las pocas que nos son conocidas por estar traducidas e impresas no pueden ser utilizadas sin reservas, porque, prescindiendo de lo incompleto de la traducción, llena de lagunas, la ignorancia de los traductores, en general, la ha corrompido en la forma y en el


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fondo, siendo, como dice Casiri, más bien perversiones que versiones.
A pesar de todo ello, es tan importante lo que las obras traducidas ofrecen en su conjunto, que no es imposible deducir de su lectura el espíritu de la Medicina árabe y la posición que ocupa, históricamente, en relación con la cultura clásica.
El asombroso desenvolvimiento de la vida mental de los árabes, que avanza al compás de sus éxitos políticos, va acompañado en los primeros tiempos de esfuerzos para traducir y asimilar rápidamente toda la ciencia griega, a la que da bien pronto una forma especial, adaptable al espíritu y a las necesidades prácticas del pueblo árabe.
Fue esto difícil para los médicos que tenían que moverse dentro de los estrechos límites de su dogma religioso. Las prescripciones del Corán respecto de los cadáveres hacían imposible toda investigación anatómica y fisiológica, teniendo que resignarse en este campo al estudio de la Anatomía y de la Fisiología de Galeno.
El secreto mantenido en todo lo relacionado con la vida seaual, sobre todo en la mujer, suprimían toda investigación y actividad médica en un campo tan vasto y tan importante como la Obstetricia y la Ginecologfa, y afectaban también al estudio de las afecciones de los órganos sexuales masculinos.
Toda la Medicina árabe se encuentra influida por el espíritu de la dialéctica peripatética, que ajustaba perfectamente al carácter mental de pueblos orientales, y que Galeno había adaptado a la Medicina griega, haciendo retroceder la investigación directa de la Naturaleza ante las construcciones mentales aprioristicas y estancando de este modo el avance de la Medicina.
Del mismo modo que el progreso de la Medicina clásica, después de Galeno, sólo fué posible al aparecer un gran material cientffico, que trae consigo una modificación esencial en los métodos de estudio del mismo, la Medicina árabe, que se mueve por completo dentro de las normas galénicas, supo-

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en progreso en cuanto amplia considerablemente la base de
observaciones y de conocimiento médicos.
Es indiscutible que somos deudores a los árabes del beneficio de haber enriquecido extraordinariamente el tesoro terapéutico con valiosos remedios, fundando la profesión farmacéutica, creando la farmacopea y desenvolviendo la creación de grandes hospitales, utilizables para la enseñanza, y en la que se cultiva brillantemente la Medicina, sobre todo en las especialidades oftálmica y de enfermedades mentales.
El número de médicos árabes autores de obras científicas es extraordinario,. Wüstenfeld lo calcula en más de trescientos; Leclerc lo eleva a cuatrocientos. De la mayor parte no se conoce más que el nombre del autor y el titulo de las obras, que existen solo como manuscritos o que se han perdido y no se conserva más que la cita que de ellas hacen los restantes escritores.
En el siguiente estudio biográfico sólo mencionaremos aquellos médicos que por su labor han logrado una posición destacada en la Medicina en general, no exclusivamente. en la árabe, y cuyas obras han llegado a ser universalmente conocidas..
Es tan extraordinario el valor de la ciencia árabe, que en el. siglo stt, y sólo por ser el centro de traducción de esta ciencia, Toledo, reconquistado en 1085, se convierte en el centro eultural de la Europa de Occidente. La escuela, conocida con el nombre de «los traductores de Toledo», traslada de Oriente a Occidente la ciencia clásica de los árabes, vertiendo hasta noventa textos médicos; lo habían hecho en sentido inverso.
es decir, del griego y el latín al árabe, los enviados de Bagdad, Mesué, Johannitus y otros.
Estas traducciones nutren el pensamiento europeo por espacio de tres siglos.
Las mejores obras de la escuela de Salerno y las de la ciencia francesa no son más que traslaciones y comentarios de estas traducciones totedanas. Por lo que a España hace referen-

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cia, basta decir que en la segunda mitad del siglo XVIII aún eran libros de texto los Cánones de Avicena y de Mesué y se estudiaban en uno o dos años de la carrera médica.
I. Abulcasim jalaf ben Abbás e1 Zahrani-Abulcasis o Abulcasim (936-1013),-Pertenece al grupo de los grandes médicos bienhechores de la Humanidad y es indiscutiblemente la mayor autoridad quirúrgica de la Medicina árabe. Nació en Zahara (Cordoba), la residencia del Califa Abderrahmen III, faltando datos seguros acerca de la fecha de su namiento y de su muerte, así como del sitio de su residencia habitual. Se admite en general que viviá én la oarte de aquel Califa, y como Abderrahmen, murió en 961, la vida de Abul casim debió deslizarse entre los dos últimos tercios del sigloX y el primero del XI, lo que coincide con los datos de algunos cronistas árabes, que afirman que vivia el año 460 de la hegira y que murió el 404 - es decir, el 1013 de la Era cristiana - Si se admitiera, con León el Africano, que Albucasis vivió cien años, debió de nacer en el 912.
Conocedor de las obras de la antigiiedad clásica, y especialmente de la literatura médica de griegos, ramanos, judios y árabes, tuvo Albucasis dos iniciativas que le han inmortalizado: una, la de rehabilitar la Cirugía, reunienda metódicamente en un solo libro las nociones de este arte, disgregadas antes de él en díversás obras, y otra, el coleccionar alrededor de doscientas láminas que ilustran sus manuscritos, unas originales y otras recogidas de viejos pergaminos, sobre instrumentos, operaciones y representaciones de enfermos y de enfermedades, con lo cual su obra viene a ser el mejor, si no el primer libro con atlas dedicado a la Cirugia.
La idea de ilustrar el texto con láminas se atribuye a Aristóteles, y varios líbros de Ios comíénzos de la Era crístíana las tienen; pero ninguno en tanto número, ni tan bien expuestas, con sus nombres y descripciones, en cada uno de los capítulos donde tienen su aplicación adecuada.
El con junto de su obra, dividido en treinta libros, Ileva el
 
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tftulo de Altastif (en traducción latina, concassio ei data, qui componere hand valet): Es un compendio de Medicina práctica, traducido en el siglo xII al hebreo por Sem Tob y al latín por Gerardo de Cremona.
Se divide en dos partes: la primera, parte médica, tiene una traducción latina incompleta: Liber tkeorica nec non praclicae Alsaharavii. Ang. Vind., 1519, y se basa principalmente en los escritos de sutores árabes anteriores, principalmente de Rhazes: Merece ser citada la. parte que trata de la preparación de los medicamentos; los del reino mineral, principalmente; por sublimación. Para la destilación utilizaba una estufa especial, cuyo combustible se iba renovando de un modo automático.
La segunda parte, quirúrgica, publicada primeramente en traducción latina, en Basilea, en 1541 ; después, en el texto original y traduccíón latina por Channing (Oxford, 1778), y traducida posteriormente al francés por. Leclerc (París, 1891).

 A la Cirugía está consagrado el último de los treinta libros de Albucasis, en el que expone en primer término la Anatomía, aunque no sea ésta más que la primitiva y errónea de aquellos tiempos.
Según los eruditos modernos -Escribano-, la obra de Albucasis es, en lo quirúrgíco y en gran parte, copia del sexto libro de Pablo de Egina, a quien, sin embargo, no cita el cordobés, siguiendo en esto la costumbre de los enciclopedistas árabes. Roger de Parma y Guillermo de Saliceto-siglo XIII -pagaron a Albucasis en la misma moneda, silenciando su nombre a pesar de copiarle repetidas veces.
Por la traducción al francés que hizo Leclerc, en 1861, coriocemos el texto y 150 láminas, a.a vez que una crítica seria y apenas mejorada posteriormente del autor y de su obra.
Fué Albucasis, según se desprende del estudio de sus obras, un espíritu profundamente religioso, un partidario del método de la observación directa y un cirujano parco en operar y más inclinado al cauterio que al bisturí.

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Como creyente convencido, repite varias veces la frase :
Yo cuido a los enfermos ;. pero realmente es Dios quien los cura >, que cinco siglos más tarde adquirirá resonancia, pasando por original y simbólica, repetida en francés por Ambrosio Paré y esculpida en su estatua con las palabras : «Je le pensay et Dieu la guarist, cuya invención, como dice Escribano, es probable que tampoco pertenezca al cirujano de Córdoba, sino a literaturas mucho más antiguas, pero cuyo profundo y laudable sentido comparten gran número de sabios médicos de todos los tiempos.
Como observador sagaz, concede Albucasis gran predominio al método de observación y de experiencia al estilo de Hipócrates, frente a las supercherías de los charlatanes y la astrología de los ilustrados, asegurando que todo lo escrito en sus libros lo habia visto con sus propios ojos y practicado con sus manos.
El libro consagrado a la Cirugía aparece dividido en tres partes. En la primera estudia todo lo relativo a los cauterios: sta formas, materiales empleados en su construcción y tratornos patológicos, muy numerosos, en que deben ser aplicados. Encuentra igualmente aplicación el cauterio. en la hemostasia, especialmente en la hemorragia arterial. Para combatir ésta recurre, sin embargo, a otros métodos, como, por ejemplo, la división completa de la arteria sangrante, la ligadura doble con doble hebra de la arteria sacada al exterior con un gancho, etc.
Aunque en  la segunda parte sigue, en la exposición y en el orden de la misma, a Pablo de Egina, se encuentran también gran número de observaciones propias y de métodos originales, que, prescindieñdo de las láminas explicativas, dan gran valor a la obra. No podemos detenernos en la exposición del contenido de la obra, que comprende el estudio de las suturas, la talla, la litotricia y la circuncisión. Dice, respecto de la traqueotomía, no conocer a nadie que haya realizado esta operación. En las resecciones, además de algún caso muy intere.

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sante, describe: diférentes clases de sierras y olros instrumentos. La indicación de la amputación es la gangrena, que puede depender de diversas causas. Es admisible la amputación hasta por encima del codo o de la rodilla; si ta gangrena avanza más arriba, la muerte es inevitable. Describe la técnica de la amputación; la hémorragia se cohibe con el termo o con los, cáusticos; no se citan las ligaduras. En el último cap(tulo se describe la flebotomía y las ventosas.
La tercera parte del libro 30 comprende el estudio de las fracturas y de las luxaciones, describiendo muy detalladamente el tratamiento de las mismas.
Termina la obra exponiendo los métodos más adecuados en aquclla época para tratar los partos difíciles y complicados y las diferentes operaciones de Oftalmología, Odontología y Otología.
De que es injusta la censura lanzada contra Albucasis de ser cirujano tímido da buena prueba, entre otras, la sutura intestinal que improvisó en un soldado herido y la extirpación de un tumor del maxilar superior profundamente adherido, empleando, uno tras otro, el bisturí, el escoplo y el martillo y, finalmente, el hierro candente.

La fama de Albucasis trascendio a toda Europa en el siglo XII, gracias a la traducción hecha en Toledo, siendo la base de los libros de Lanfranc (1296) y de Chauliac (1330-1363), los grandes divulgadores de la Cirugía en Francia, Italia y España.
En España debió ser muy leido Albucasis, primero en la escuela de Córdoba y después, ya traducido al latín, en los réinos cristianos, juzgando por la gran notoriedad que alcanzó en la Edad Media y lo mucho que le citan ñuestros clásicos, posteriormente ya, en el siglo xvr ; pero al castellano sólo se tradujo un fragmento, en Valladolíd, por Alfonso Rodríguez de Tudela, en 1516, y no su libro 30, de Cirugía, sino el 28, que trata de minerales, plantas y animales.
Es dudoso que la obra que con el t(tulo de Liber servatoris,
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ímpreso en 1471 en Venecia y más tarde, unido a las obras de Mesué el Joven, estudia la preparación de los medicamentos, sea verdaderamente original de Albucasis (1).
II. Abumerán Abdelmelic Benabílola Ben.sohr, conocido con el nombre de Avensoar y también con el de Abumeron. Es miembro de una noble familia española que ha producido numerosos sabios en las más variadas especialidades: jurisconsultos, médicos, autoridades administrativas y gubernamentales, etc. y cuyo primer representante vino a: España, procedente de Arabia, en el siglo x. Un nieto suyo era, a su vez, abuelo del notable médico de quien vamos a ocuparnos, y de. cuya vida se conocen pocos datos exactos. Se supone que nació en Peñaflor (Sevilla), a fines del siglo XI ; algunos dicen 1070 (su padre, médico también, murió en 1131), y que murió en Sevilla en 1162.
Los datos, diferentes en algunós historiadores, respecto de las féchas del nacimiento y de la muerte, asl como los relativos a.las obras científicas, se explican por la confusión de su historia cón la de su padre, Abulola Benzohr. Respecto de la fecha del nacimiento, puede deducirse alguna conclusión. aproximada de la del nacimiento (1113) de su hijo Abubequer Mojamed Benzohr.
Estudió Avenzoar la Medicina con su padre, de quien se cita, como muestra de la independericia de su carácter el hecho de que utilizaba para escribir las recetas los márgenes de las hojas del Canon de Avicena, y llegó a gozar pronto gran fama, que se extendia por toda España y el norte de Africa. Era muy considerado por el Príncipe de Sevilla, en cuya corte ha vivido, y fué nombrado Visir por el último de los Mulatamises. A1 ser éste derrotado por Abd-el-Mumin, siguió
siendo Avenzoar médico del nuevo prlncipe, que igualmente
le colmó de honores.
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  1. Véase edición española de la Historia de la Cirugía, de Harvey Graham, y Apéndice de la Cirugfa en España, por García del Real. Bárcelona, 1942
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Su obra principal (traducida primeramente al hebreo, en 1280, y al latin por Paravicius de Padua, e impresa, unida al Collíget de su díscfpulo Averroes, en Venecia, en 1480, y publicado más tarde en siete. ediciones sucesivas) lleva el tftulo de A1 teissir-Adjumentum (scil, segiminis et medela).
Es un compendio de Medicina, que se caracteriza, a diferencia de los restantes tratados médicos de los árabes, por su sentido práctico; la independencia de criterio y la multitud
de observaciones propias.
En teoría se basa en los principios galénicos fundamentales; pero en la práctica no se deja dominar por ellos, sino que los examina y los comprueba, declarándose muchas veces en contra de ellos. En general, rechaza las especulaciones teóricas, considerando como única fuente del conocimiento la experiencia: «Experientia verae praxeos ducen esse>, explicando él: «Et probatricem optimam.» Combate especialmente la doctrina galénica de las cualídades elernentales y las afirmaciones terapéuticas que en ella se basan. Es, además, uno de los pocos médicos árabes que han trabajado también en Cirugía.
Se le atribuyen también, aunque es posible que alguna sea original de su hijo, las obras siguiente: un Antidotario, aparecido en algunas ediciones como apéndice del Alteisir, y un Colligens, publicado en igual forma; un breve estudio sobre baños, publicado en la colección veneciana Collectio de Balneis, Venecia, 1553, y un Tractatus de morbis renum, Venecia, 1497, en el que explica el tratamiento interno de la litiasis renal, porque el tratamiento quirúrgico lo considera vergonzoso para el médico, haciendo constar que era realizado por los extirpadores de piedra», formados ex profeso; un escrito. dietético; dedicado al Califa Abd-el-Mumin v titulado
De ragimine sanitatis, Basilea, 1531, y un pequeño tratado. De febribus, que aparece impreso en la Collect veneta de febribus, Venecia, 1594.
Avenzoar ha observado y descrito la sarna como enferme-
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dad parasitaria, la demacración causada por la úlcera del estómago, la mediastinitis, la pericarditis, la disfagia por parálisis del esófago, los trastornos del lenguaje, etc. Es muy interesante su opinión acerca de la insalubridad de ias atmóseras pantanosas.
III. Abulvelid Mojamed Ibn .Roschd, conocido con el nombre de Averroes. Nació en 1126 en Córdoba, donde su padre ejercfa el cargo de juez. Estudió primeramente Derecho ; después, Matemáticas y Filosofía, consagrándose, por último, al estudio de la Medicina, bajo la dirección de Avenzoar, de cuya familia era antiguo amigo. La mayor parte de su vida permaneció en Sevilla, desempeñando un elevado cardo de la Magistratura. En 1195 fué llamado a Córdoba por Almansur ben Yusuf, Rey de España y de Marruecos, quien le nombró gobernador. La alta consideración que llegó a disfrutar-y la que le concedían los príncipes despertó la envidia de sus enemigos, quienes, para perjudicarle, le acusaron de librepensador e irreligioso y de faltar al respeto que debía a los príncipes. A consecuencia de estas acusaciones fué condenado, con otras elevadas personalidades, a muerte; pero fué indultado por el Rey y fué confinado en el Nesaba (Córdoba) y confiscados sus bienes. Por intercesión de algunos amigos distinguidos, que lograron convencer al Prfncipe de que Averroes era inocente, fué dejado en libertad, lo mismo que los otros acusados. Algunos dfas más tarde fallecia el Principe, y Averroes fué llamado a la corte del hijo y sucesor, a Marruecos, donde murió al cabo de algunos meses, en diciembre de 1198. Ha dejado varios hijos, de los cuales uno, Abu Mojamed Abdalá Ibn Roschd, ha vivido como médico en Córdoba ; los restantes ejercían la Judicatura en diferentes puntos del Califato.
Todos los biógrafos coinciden en ponderarle, diciendo que es un modelo de virtud, firmeza de carácter, sabidurfa y constancia en el trabajo. Estas últimas cualidades se demuestran por su productividad literaria, que abarca todos los aspectos
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de la cultura humana. Renán, en su obra Averroes et 1'averroisme, Paris, 1$80, admite que es autor de 47 obras, de ellas 28 de Filosofta, cinco de Teología, ocho de . Jurisprudencia, cuatro de Anatomia y dos de Gramática.
Averroes, según la autorizada opinión de Menéndez Pelayo, es uno de los dioses mayores de nuestra Filosofía : de un lado, Séneca, Averroes y Maimónides, y Raimundó Lulio, Luis Vives y Suárez, del otro. La influencia filosófica de Averroes se señala, más aún que en España, fuera de ella, especíalmente en Padua, donde, modificada, recibe et nombre de averrofsmo paduano.
Entre sus obras filosbficas destaca la Destructio doctrinarum, escrito de polémica contra la Destructio philosopharum del peripatético Algazelí.
Era Averroes un convencido partidario de Aristóteles, al que concedía todos los honores, y ha sido el últímo representante digno de la filosofía árabe, que pronto, déspués de él y de Maimónides, había de desaparecer al hundirse el Imperio árabe español.
Su labor médica reviste un carácter predominantemente teórico, dialéctico, como claramente puede apreciarse en la más importante de sus obras, el Kitab-el-Kollijat.--Liber universaiis de medicina, designado como Colliget, que es un sistema médico al modo del Canon de Avicena. Contiene pocas observaciones propias del autor. Le conocemos en la traducción latina, y ha sido impreso, juntamente con el Alteisir, de Avenzoar, en Venecia, en 1482. Su Tractatus de theriaca está
impreso como apéndice de las obrás de Aristóteles, edición de Venecia, tomo V, 1560, y el Tractatus de febribus, en la Collect. Veneta de febribus, 1594.
IV. Abu Amran Musa Ben Maimón (Matimónides). Sc designa también algunas veces como Rambam (formada por las consonantes iniciales de su nombre hebreo, Rabí Moses ben Maimón).
Nace en Córdoba en 1135. A consecuencia del edicto corn-
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tra los judíos de Abd-el-Mumim, abandóna España, dirigiéndose a Fez, en 1165 ; pero, continuando también en esta ciudad la persecucibn de los judíos, tiene que marchar a Akka y Jerusalén y por último, a Egipto, donde se establece en Fóftat (Cairo antiguo), dedicándose para goder vivir al comercio de piedras preciosas y de monedas antiguas. A pesar de la azarosa y siempre atareada vida, le quedó tiempo bastante para producir gran número de obras notables médicas y filosóficas ; estas últimas inspiradas en gran parte en Aristóteles.

De sus obras médicas sólo tres están impresas: una de dietética, Tractatus de regimine sanitatis, en varias traducciones y ediciones; la primera, de Florencia, hacia 1480 ; la última, de Lyon, 1535. Está escríta en forma de cartas al Sultán el Malik-el-Afdahal y basada en los escritos hipocráticos. Un tratado de Toxicología, publicado en traducción francesa por Rabbinowicz, con el título de Traité de Qoisons de Maimonides..., etc., París, 1867, y en traducción, incompleta, al alemán, por Steinschneider-Virchow's Archiv. 1873, LVII, 62 . Es un escrito de divulgación de los primeros auxilios que deben prestarse a los intoxicados, y fué escrito por orden.. del Visir-el-Jadhil. La tercera obra impresa comprende veinticinco libros de Aforismos, sobre la base de publicaciones anteriores árabes y griegas, especialmente de Galeno.
Tódavfa quedan, según Wüstenfeld, por lo menos, otras catorce obras médicas, no impresas, de Maimónides, y, entre ellas, la más famosa de todas que Lleva el titulo De causis et indiciis morborum.
Mucho más famoso aún que como médico lo es Maimónides como filósofo, siendo, como antes hemos dicho, uno de los más notabies de la Filosofía española: Sus principales obras, de las que no es este momento de ocuparnos, són la Michnah Torah., el Moreh Neboquim y los Pirusin, compendio de la Michnah Torah.
Moreh 1^'eboquim, la más famosa de todas, es la que se ha

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traducido con el nombre de Guía de los que dudan o Guía de loa extraviados.
V. Ibn el Beitar. Albeitar. Hijo de un veterinario de Málaga, nace en esta ciudad haaia el final del siglo XII, quizá en el año 1197, que León el Africano señala, equivocadamente, como fecha de su muerte. Se establece en Africa, hacia 1219 ó 1220, donde encuentra un honroso modo de vivir y desde donde, con el fin de ampliar sus conocimientos de botánica, viaja hacia Grecia y el Asia Menor. Más tarde, vive en Damasco, en la Corte del Califa el-Malic-el-Camil Mojamed. Aquí le conoce y Ie acompaña en sus excursiones botánicas el historiador árabe Oseiba. Después de la muerte del Sultán, en 1237, vuelve a Egipto, donde es recibido con grandes honores por el Sultán el-Malic-el-Salih Ejjab, pero regresa de nuevo a Damasco, donde fallece repentinamente en noviembre de 1248. 
Es el más notable de los botánicos árabes. Su obra, en latín, Corpus simplicia medicamentorum et ciborum es, no sólo un completo resumen de los numerosos remedios llevados por los árabes a la farmacopea, sino también una descripción de numerosas plantas de Siria y del Egipto, estudiadas por él y desconocidas de los griegos, lo que convierte a esta obra en una de las bases más importantes del estudio histórico de la botánica. Las plantas aparecen expuestas por orden alfabético y a su descripción va unida la enumeración de los preparados que de ellas se obtienen y la exposición de las propiedades de los mismos.
Esta obra es conocida por la traducción alemana de Southeimer, en dos tomos, Stuttgart (1840-42). Además de ella, señala. Wústenfeld otras ocho obras médicas de las que únicamente se conoce el título.
VI. Botánico anterior al que acabamos de estudiar es Ibn Dscholdschol el comentador de Dioscorides, cuyo verdadero nombre es Abu Dand Soleiman ben Hassan Ibn Dscholdschol. Médico del Califa Hisen II (976-1013). Escribe de ma-

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teria médica, filosofla, Historia de la Medicina. y traducciones de Dioscorides.
VII. Abu Beker Mohamed Ibn Baddsche, 1138, conocido como Avempacé es, además de médico, uno de los más notables filósofos y poetas árabes. Vivió en Zaragoza, SeviIla, Granada y, por último, como Visir, en la Corte de los Almohades en Fez. Se supone que murió envenenado por sus compañeros médicos, envidiosos. De sus escritos médicos, lós de farmacia son los más notables.




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